Escritos,historias y locuras.

domingo, 3 de septiembre de 2017

BUENOS AIRES,HORA CERO:CAPÍTULO III



   BUENOS AIRES,HORA CERO

                                                          CAPÍTULO III

De regreso, con la incógnita de una causa posible (o, al menos, probable)  que justificara el interés del Presidente en alguien como  aquel a quien llamaba "el Hombre",  encendió un cigarrillo en tanto el senegalés, que iba al volante del Mercedes, los conducía por las calles de la ciudad finalmente despabilada. 
_ En cuanto estemos en casa usted hará el resto. _  dijo el del sombrero. 
_ Qué resto?
_ Hay que fingir (no eliminar propiamente hablando) que se elimina al Hombre. 
_ Se refiere usted a ...  Lecter?
El hombre del sombrero gris sonrió ampliamente.  Era otra de sus consabidas muecas.
_ Para este caso , hay que seguir a Georgie.  Él nos será de gran ayuda...  En fin...  No él, precisamente,  sino sus obras.   
Hizo una pausa para encender un habano, teniendo sumo cuidado al manipular la anilla,  y propuso:
_ Ahora, vayámonos a ver a Ezra. Es descortés dejarlo esperando.
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A veces la realidad posee contornos inexpugnables, pero difusos. Ésa fue la impresión de Will Graham al atravesar la antesala del hotel de Retiro.
El hombre del Borsalino se le había pegado como sanguijuela... Y él que sólo deseaba preguntar si lo ocurrido la noche anterior era cierto, o quizás una pesadlla inducida por la mezcla de cognac, ajenjo y haschisch...
Sinceramente, aunque estaba segurísimo de que  había visto a Lecter en aquel café de la Boca, no creía que estuviese oculto en la casa de aquel hombre cuya ubicuidad hubiera maravillado al mismísimo Maquiavelo.
"Debemos remedar las tácticas y técnicas de Georgie", había dicho.
Simular un crimen es más fácil que cometerlo. ("La muerte y la brújula?" ).
Ezra, ese  anciano encorvado de anteojos bifocales con marco de carey, platicaba con un hombre enfundado en un traje siniestramente familiar.
Graham lo había visto en el puerto,  en la dársena Norte,  el día de su llegada,  durante la nevada inexplicable.
Graham lo había visto en el puerto,  en la dársena Norte,  el día de su llegada,  durante la nevada inexplicable

Al acercarse,  el traje imposible e indescriptible desapareció, y un hombre más o menos alto, de cabellos rubios, entrecanos, algo cargado de hombros,  y de aspecto sombrío,  apareció ante sus ojos.
El del Borsalino volvió a mostrar el arma de su forzada sonrisa.
_ Salvo....John Salvo.. _ dijo, en tanto el otro le extendía la mano.
_ Juan _ corrigió el interpelado, con un acento extraño. Era, sin duda alguna, un hijo del país, pero había algo en él que despistaba al oído más entrenado... incluso a un oído tan fino y sensible como el de Will Graham.
Ezra,  sin hablar,  nos indicó un sitio en la cafetería del hotel.
_ La última vez que estuve aquí presencié un buen duelo a cuchillo.... _ comentó el anticuario _ Un tal...Jacinto Chiclana...puede ser?
_ Puede ser _ dijo el del sombrero, ordenando un café doble con gotas de cognac.
Y añadió, con su inefable sonrisa :
_ Habría que preguntarle a Georgie. Él conoce bastante  acerca de esas cosas.
Will Graham dedujo que hacía muchísimo tiempo que Ezra no visitaba aquel país.  Sabía acerca de su informante misterioso... Quizás no fuera él, después de todo,  el visitante de antaño al que había aludido.
 Quizás no fuera él, después de todo,  el visitante de antaño al que había aludido

Ezra se quitó los anteojos, y le extendió al hombre del sombrero algo que parecía ser un extenso memorandum.
_ Lo que mi informante recogió del Hombre en cuestión es cierto.
_ Creía que solamente yo tenía esa maldición....Y a sabe usted.. la de viajar por el tiempo... _ terció Salvo,  encediendo un Colmena. 
( "Los fabricaban para el bey de Alejandría".... La explicación  de Lecter en aquel café de la Boca, explotando en la brasa del cigarrillo de Salvo, casi  hizo que Graham  saltara de su asiento ).
_ Si ello es así ,_  dijo el del sombrero _   no creo que sea tan difícil tender un laberinto en torno de este hombre... Por ahora, lo tengo seguro en mi casa.... Ya sabe usted,  Ezra...Estaba acondicionada para recibir a Harry Lime,  pero,  después del desastre de Viena....

   

_ Yo no tuve nada que ver en eso _ continuó,siempre  casi monologando . _   Incluso quise ayudarlo ( confieso que en  otros tiempos tuve negocios con Harry, y hasta  parecía un buen tipo),  pero cuando me enteré de lo que había hecho... Hasta alguien como yo  tiene sus  límites, caballeros....Ruego me comprendan...
Graham tosió.  Aquel hombre singular tenía,  o decía tener, escrúpulos?

_ Esta noche daré una pequeña recepción en casa.  El motivo: mi  nieto . Que aún no sabe que lo es, (y que no es nieto, como le dije a Lecter, sino una  nieta) , claro, como tampoco mi hija Isabel  conoce su verdadera filiación.  Secreto entre camaradas.
Graham ni siquiera prestó atención a las últimas palabras del hombre del Borsalino.
Su punto era,  concretamente,  una pregunta que ansiaba hacer (aunque no hallaba la ocasión) 
Se arriesgó, sin embargo:
_  Podría alguno de ustedes por favor decirme por qué el Presidente de este país quiere muerto a  Lecter?
_ Oh,muerto!.. Ésa es una palabra que suena verdaderamente exagerada, capitán...e impropia de un caballero como usted _  El del sombrero ordenó más café y cognac.
_  Digamos que....digamos que...."neutralizado"...."fuera de juego"..
_  En orsay _  dijo Salvo _  O, como dicen ustedes,  los angloparlantes nativos : "off side".
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Graham caminaba sin rumbo fijo por la Avenida Santa Fe.
Después de aquel absurdo encuentro en el hotel pretextó una indisposición (que no existía) y solicitó un taxi. Tras hacerse entender como pudo por el sorprendido chofer , diciéndole que diera vueltas en torno de la plaza del Congreso , se  bajó en una esquina cualquiera.
"Qué demonios estoy haciendo aquí?", se preguntó , una y otra vez ,ya sin recordar el verdadero motivo de su arribo a Buenos Aires , apenas una semana   atrás.
"Lecter". Sí , claro : Lecter... Pero.. si ya lo había encontrado... si lo halló casi de inmediato , como si el individuo en cuestión hubiera estado esperándolo por siglos en aquel café roñoso...por qué no terminó el asunto en un abrir y cerrar de ojos?
Tenía su Smith&Wesson ; tenía su placa ; tenía....(O ya no tenía más nada?).
Y luego,  Reddington... De dónde había salido , por Dios , ese hombre , al que medio mundo temía y el resto (aunque temblando) respetaba como a una especie de  Moriarty , un "Napoleón del crimen" , estratego monstruoso y sórdido de los más terribles e inconfesables "tratos" entre gentes cuyos verdaderos nombres y motivaciones  no habrían de descubrirse  jamás?
Ese tipo,al que todos llamaban "El Dandy".... Un personaje de Georgie cobrando vida a miles de kilómetros de distancia...
Habría estado mejor en Viena ,  claro.  Si ese estúpido de Holly no se hubiera metido en el medio.
Pero ahora todo había terminado... y ... ("Debí imaginar que Lime y Reddington habían trabajado juntos!!!")
Sin advertirlo, se encontró frente al portón de su pensión de la calle Méjico.  Entró, y vio a la portera tomando mate , envuelta en una  mañanita grasienta , sin color a causa del uso , escuchando la radio. Un tango. Las noticias. Otro tango. Y otro... y otro...
Saludó con una inclinación de cabeza, y subió a la pieza, que daba al patio trasero, un basurero lleno de botellas vacías de cerveza La Negrita , de chinchibira  y de  Bi...Bidú (era "Bidú" el nombre?).. una especie de sucedáneo de la Coca cola...
Se tendió en la cama , y repasó  detenidamente  los acontecimientos de la noche anterior.
Algo como ... "eso"... podía realmente haberle sucedido?
("Ahora sólo faltaba que volviera a llover...")


   

("Ese tango!....Si pudiera comprender las palabras mejor... Pero algo entendía.. Sí, algo..." )
Ahora debía envolver a Lecter en un laberinto. Fingir lo que no podía... o no debía ("o no quería?") cometer...
Simular , entonces . Simular que todo estaba bien y que su vida seguiría teniendo sentido después de Lecter.
Vio el sobre marrón encima  del destartalado mueble que hacía las veces de cómoda. ( y que no era más que una cochambrosa acumulación de cajones que parecía hecha con  trozos de féretro).
Se levantó , lo tomó y lo abrió ,no sin una vaga repugnancia.
("Otra vez ese tipo!")
La prolija, estudiada, caligráfica letra de Reddington ....
En inglés, claro.
"Esta noche no se pierda la pelea entre Gatica y Prada . Lo veo a las nueve pm , en el Luna Park (adjunto mapa)... Después nos vamos a casa, a la  recepción. Pero se lo aconsejo, Will...ah !Yo no me perdería esa pelea por nada del mundo!"

   
Graham resopló.Sin duda habría sobornado a la portera..Una botella de caña de ruda, o unas entradas para el radioteatro de Jabón Lux o de Colgate-Palmolive , que para el caso daba  lo mismo...
Sabía que la pelea era una excusa para hablar privadamente de los preliminares del caso.  No era nada fácil tejer un laberinto en torno de Lecter :  quizás, si hubiese sido alguien menos hábil... Pero  no.  Era él.  El número uno.  El más buscado.  El más temido.
J.Edgar había pensado que su intención de cambiar el nombre de Lecter por el de Reddington,  o incluso  por el de  Mengele , era una flagrante demostración de su impericia , o una muestra de cobardía resultante de aquel ataque feroz.
(" Ja! Porque ese marica encubierto de J.E. no perdió media cara.... ni media vida...y casi todo  el hilo que quedaba de una ya deficiente , deteriorada cordura!"),
Nada. Mejor terminarlo todo cuanto antes, y sepultarse en aquel país remoto, en un sitio inaccesible...Leer a Camus , su Homme révolté,  soñando serlo , sin lograrlo , sin poder asir la cuerda...
"Es en el mismo momento de la desgracia cuando uno se acostumbra a la verdad"...
Camus tampoco había podido asirse a  la cuerda.
Ahora tenía enfrente la sogas de un ring inacabable.  Algo así como el ajedrez infinito de Georgie,  pero mucho más carnal y vivo, más visceral...Como un revoltijo de tripas inconexas...
Se cambió de ropa, tan sólo para adecentarse un poco, y quitarse el olor de.. "aquello"...
Todavía rezumaba a rancio,  pero era mucho más tolerable. Era como una rata de buque elegante. Eso. Como una rata...
Bajó por detrás, para no ver la cara de la vieja, requintada de colorete barato.
Y echó a andar lentamente. 
La muerte y el misterio suelen no tener ningún apuro.
A lo lejos,un tal Jacinto Chiclana todavía daba cátedra de cuchillo.
Más cerca, un perro vagabundo. Y una sombra.
Y dentro, pero muy dentro, él...él mismo.




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